jueves, 7 de febrero de 2013

¿Quieres vivir así?

—¡Buenos días! —le dijo éste—. Su cigarro se ha apagado.
—Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete 
veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! 
Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
—¿Quinientos millones de qué?
—¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un 
hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...
—¿Quinientos millones de qué?  —volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había 
renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.
El hombre de negocios levantó la cabeza: 
—Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres 
veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. 
Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una 
crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. 
Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...
—¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.
—Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.
—¿Moscas?
—¡No, cositas que brillan!
—¿Abejas?
—No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no 
tengo tiempo de desvariar!
—¡Ah! ¿Estrellas?
—Eso es. Estrellas.
—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre 
serio y exacto.
—¿Y qué haces con esas estrellas? —¿Que qué hago con ellas? 
—Sí.
—Nada. Las poseo.



ANTOINE DE SAINT - EXUPÉRY
EL PRINCIPITO