martes, 26 de junio de 2012

Los Cínicos, comentario.

     La Cínica es considerada una Escuela post-socrática menor, debido a que deriva de ésta, se trata de una nueva interpretación de la Virtud, como hizo Aristóteles también en su momento, aunque no por ello menos importante y relevante, y que ha perdurado hasta nuestros días, mucha gente se guía por esta filosofía de vida, si no en su totalidad sí en parte.
    Fundada por Antístenes, sus discípulos más conocidos fueron Diógenes Laercio y Crates de Tebas, además de la compañera de éste último, Hiparchía, la primera filósofa que aparece en los libros, conocida como "la mujer sabia", atraída por estas doctrinas, abandonó riquezas y pretendientes poderosos para irse con su amado Crates y vivir en la mendicidad, suplicado por los padres de ella, Crates intentó que desistiera, al ver que no lo conseguía se desnudó ante ella diciendo:
    - He aquí el esposo, he aquí sus posesiones; decide pues no podrás ser mi compañera si no eres capaz de compartir mi vida.
    Lo dicho, mendicidad extrema, pordioseros que pasan de usos, costumbres y de la sociedad, los primeros "hippyes".
    Por lo visto, Diógenes vivía en un tonel, buscaba hombres con linterna a pleno sol y hacía sus necesidades dónde le apetecía., decía que; "había que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse", aprendían de los animales para descubrir el modo de adaptarse a las circunstancias, observó a un niño que bebía con las manos y dijo: <<un niño me superó en sencillez>> y se deshizo de su cuenco, lo mismo hizo con su plato cuando vio a otro niño que recogía las lentejas en un pedazo de pan, en una ocasión le arrojaron los huesos en un banquete como si fuera un perro y él hizo lo propio, recogió los huesos y se orinó encima de los comensales.
     Después de todo ésto, parece que el concepto o la imagen que tenemos hoy día de un cínico no se corresponde con el modelo, ¿o sí?, pensemos en el cínico más famoso de la historia del cine, me refiero a Bogart en su papel en la película Casablanca, cuando fué interrogado por el comandante nazi sobre su nacionalidad, dijo que era ciudadano del mundo, miraba a todo el mundo por encima del hombre, o lo que es lo mismo tenía la vista puesta en sí mismo, él era el centro de todo, pasaba de los franceses de los nazis y de todo, no ayudaba a nadie, parecía estar disgustado con todo el mundo, aunque luego resultó ser todo un romántico y un patriota.






Los Cínicos.

Una vez, mientras tomaba el sol, Alejandro Magno deteniéndose frente a él, le ofreció:
- Pídeme lo que quieras.
- Que te apartes, pues me quitas el sol.
Estaba en cierta ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntado por qué lo hacía, contestó:
- Me ejercito en fracasar.
Interrogándosele sobre qué edad era la más apropiada para el matrimonio, opinó:
- De joven, aún no; de viejo, ya no.
Interrogado sobre cuál era el mejor vino contestó:
- El de los demás.
A quien le dijo:
- Muchos se ríen de ti, contestó:
- Pero yo me tomo en serio.
Al recriminársele por comer en la plaza pública, contestó:
- Es que aquí es donde he sentido hambre.
Al regreso de los juegos olímpicos se le preguntó si había visto mucha gente:
- Mucha gente sí, pero hombres muy pocos.
Censurándole algunos el hecho de frecuentar lugares inmundos contestó:
- También el sol visita muladares y no se ensucia.
Preguntándole por qué se le llamaba <<perro>>, <<perruno>> (kynos), contestó:
- Meneo la cola a los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados.
Preguntándole uno de dónde era, contestó:
- Soy ciudadano del mundo.

Diógenes Laercio: <<Los Cínicos>>, o. c.



viernes, 22 de junio de 2012

El término medio.

Aristóteles vive en el siglo IV a. de C., frecuenta la escuela platónica y funda la suya propia, El Liceo, en Atenas, la Ética Aristotélica es teleológica, orientada a alcanzar un fin, para Aristóteles este fin no es uno cualquiera, sino aquel para el que el hombre está hecho, y el hombre está hecho para ser feliz, para alcanzar la felicidad, la buena vida, y la vida buena está en el punto de equilibrio de lo que podíamos denominar; todos nuestros parámetros humanos, Aristóteles describe una larga lista de virtudes y estima que si somos capaces de ser virtuosos, es decir si somos capaces de alcanzar el término medio en todos los aspectos de nuestras vidas, seremos hombres sabios habremos alcanzado la aretè, aquello para lo que estamos hechos, hay que entender que para los griegos cualquier cosa, hombre o animal podría tener aretè, es decir, un cuchillo que cortaba muy bien tenía aretè, pues estaba hecho para ello, y el mejor de todos los cuchillos tendría aristos, el mejor. También hay que aclarar que el justo término medio no puede considerarse como una media aritmética, sino mas bien geométrica, es decir puede que la virtud en algunos casos esté más cerca de un extremo que del otro, otro punto importante a destacar es que para Aristóteles la areté se alcanzaría a través del entrenamiento, del aprendizaje (virtudes éticas y dianoéticas) y que para ello hay que esforzarse, hay que querer ser el mejor, no es algo que venga dado, de ahí la importancia de la educación en la filosofía Aristotélica, algo que es totalmente opuesto a la ética del otro pensador más influyente de occidente, Inmanuel Kant, cuya ética es deontológica, el deber por el deber, basada en los imperativos categóricos que nos damos, atención, nosotros mismos y que pueden llegar a convertirse en ley universal, pero esto lo veremos más adelante.


viernes, 15 de junio de 2012

La felicidad.

     Pero, antes, debemos considerar en qué consiste el buen vivir y cómo puede conseguirse: si los hombres que son llamados felices lo son por naturaleza -tal como los hay naturalmente altos o bajos o de diferentes fisonomías- o llegan a serlo por aprendizaje, siendo la felicidad una ciencia; o mejor, a través de algún tipo de ejercicio (algunas cosas, en efecto, les vienen a los seres humanos no de forma natural ni a través del estudio, sino por el ejercicio -las malas cosas, por los malos hábitos; las buenas, por los buenos hábitos).
     O no es de ninguno de estos modos <como se alcanza la felicidad>, sino a través de los dos siguientes medios: o por el favor de los dioses, como si de una divina inspiración <se tratara> (así, los posesos por las ninfas o por los mismos dioses); o es cuestión de suerte. Pues muchos dicen que la felicidad y la buena fortuna son la misma cosa.
     Que la felicidad llega al hombre a través de todas, o algunas, o una de estas cosas es evidente. Pues, en efecto, todos los cambios acaecen bajo el influjo de estos principios: las acciones derivadas de la reflexión pueden ser todas asimiladas a las que resultan de la ciencia.
     Pero ser feliz y vivir una existencia excelente y dichosa consistiría principalmente en tres cosas, que parecen ser los bienes más deseables.
     Pues algunos dicen que la prudencia es el mayor de los bienes, otros, que la virtud y otros que el placer.

Aristóteles:   Ética eudemia, o.c. p. 38.
 


Ser virtuosos.

     (...) Estas pasiones y otras similares se producen en el alma. Pero todas ellas se nombran según el exceso y el defecto.
     Así, irascible es el que se encoleriza más de lo debido, con más facilidad y contra más cosas de lo que debiera; mientras que el indolente es quien se queda corto de su cólera frente a las cosas, reacciona en menos situaciones y con menos facilidad.
     Temerario es el que no teme lo que debe ni cuando debe ni como debe; cobarde es el que teme lo que no debe, cuando no debe y como no debe.

Aristóteles: Ética a eudemia, p. 71, trad. de R. Sartorio, Ed. Alhambra, 1986, Madrid.


El término medio, la virtud.

Dos son las razones que nos pueden mover o opinar que hay que oponer al término medio el exceso o defecto: por una parte, se considera la cosa misma y se pregunta cuál de los dos extremos está más cerca o más lejos del término medio. Por ejemplo, ¿está más lejos del término medio el derroche o la prodigalidad? 
Así, pues, lo que está mas alejado del término medio se estimará con razón que se opone más a él. Por consiguiente, tomando pie de la cosa misma o de la realidad, parece ser más opuesto al término medio el defecto, al menos en este caso.
Hay otro punto de vista para esta valoración: aquellas cosas a que nuestra naturaleza se muestra más inclinada son más contrarias al punto medio; por ejemplo, por naturaleza somos más inclinados a la intemperancia e inhonestidad que a la modestia y al decoro. Por consiguiente, aquellas cosas a que somos más propensos toman un volumen mayor, y las cosas que más fácilmente toman un volumen mayor son más contrarias al término medio.
(...) Por esta razón ser bueno es algo trabajoso y difícil, puesto que llegar a una moderación en cada una de las cosas es realmente trabajoso. Por ejemplo, dibujar un círculo es algo fácil para todos, pero es difícil señalar en el mismo su centro. De igual manera es fácil irritarse y no menos lo es lo contrario a esto; pero, ser moderado en ello es más arduo. Por esta razón lo bueno es tan raro.

Aristóteles: Gran Moral, o.c. V, Ed Aguilar, Madrid.


miércoles, 13 de junio de 2012

Sócrates "el tábano".

Prótagoras es el más famoso de los sofistas, el típico ejemplo, "el hombre es la medida de todas las cosas", los sofistas son sabios, eruditos, personas con gran formación en todas las áreas del saber y que venden esta formación a los jóvenes pudientes de la época, estamos hablando de la antigua Grecia, siglo V a.C. 72 Polis o ciudades la formaban, cada una con su constitución correspondiente, según Aristóteles, entre ellas y posiblemente la más famosa, floreciente y democrática Atenas, cada ciudad tenía la necesidad de reafirmar sus valores para diferenciarse de las demás, de ahí el triunfo social de los sofistas, promotores del relativismo y del discurso doble, saber discutir el no y el sí de una misma cuestión, "prostituidores del espíritu" como les llamaba Platón, el poder reside en saber hablar bien, en el buen discurso, en saber defender hoy una cosa y mañana otra opuesta dependiendo del lugar y la situación, de hecho cuando hablamos de sofisma, hablamos de contradicción, para un sofista no habría sentido del deber, ni leyes que respetar salvo las que convenga, todos sabemos que derecho y justicia no son la misma cosa, puede que una ley no sea justa pero ¿hay que respetarla?, según Sócrates la respuesta es sí, hasta que esa ley no sea cambiada o modificada. Sócrates, profundo patriota de su querida Atenas, ciudad por la que fué condenado a morir por ingestión de cicuta en el año 399 a.C. y que por el deber de respetar las leyes de su patria, se negó a escapar de la cárcel y decidió cumplir su condena, aunque no estuviera de acuerdo con ellas, de hecho fué acusado de ser el peor de los sofistas, lo tacharon de socavador, le apodaron el tábano, por su afán de discutir, dialogar y preguntar (La Mayeútica), fué el inventor de la Ética y el maestro y protagonista de Platón en todos sus escritos, la ética de Sócrates es una ética del deber (deontológica) de los valores, de atenerse a la ley, del respeto a sus progenitores y antes a su patria, Sócrates presumía de ser Ateniense, Griego y Hombre.


martes, 12 de junio de 2012

Nietzsche dice que Sócrates era un payaso.

     El moralismo de los filósofos griegos a partir de Platón está patológicamente condicionado, así como su valoración de la dialéctica. Razón = virtud = felicidad significan simplemente: debemos hacer como Sócrates y levantar una luz permanente contra las tinieblas: la luz de la razón. el hombre debe ser a toda costa claro, sereno, perspicaz, ya que cada concesión a los instintos conduce a lo desconocido, a lo inconsciente...

     Con Sócrates, el gusto griego se corrompe en favor de la dialéctica; un gusto más noble es vencido: con la dialéctica, la plebe prepondera. Antes de Sócrates, en la buena sociedad se rechazaban los procedimientos dialécticos, considerados como inconvenientes y comprometedores. Se prevenía a la juventud contra ellos. Las cosas honestas, como los hombres honrados, no llevan sus razones tan al alcance de la mano. Es indecente mostrar así los cinco dedos. Las cosas susceptibles de demostración son las de menos valor, precisamente. Cuando la autoridad forma aún parte de las buenas costumbres, donde no se dan <<motivos>> sino que se ordena, el dialéctico hace el papel de payaso. La gente no lo toma en serio. Sócrates fue el payaso que se hizo tomar en serio: ¿qué es lo que sucedió entonces?.

F. Nietzsche. El ocaso de los ídolos.





lunes, 11 de junio de 2012

Sócrates y el deber.

     Si proyectando fugarnos de aquí, se nos acercasen las leyes y los responsables de las Polis y nos preguntasen:
- Dinos, Sócrates, qué piensas hacer. ¿Verdad que con lo que te propones intentas destruirnos a nosotras y a la ciudad entera en lo que a ti te concierne, o tal vez te parezca posible que siga existiendo, que no se venga abajo aquella ciudad en la que no tengan fuerza alguna las sentencias pronunciadas, sino que pierden su autoridad y son aniquiladas por otras de los particulares? ¿Diremos acaso que era la ciudad injusta con nosotros y que no sentenciaba con rectitud? ¿Diremos esto o no?
-Esto, por Zeus, amigo Sócrates, respondió Critón.
-Y que responderemos si las leyes dicen: <<Sócrates, ¿es acaso el convenio estipulado entre tú y nosotras? ¿No te comprometiste a someterte a las sentencias que la ciudad pronunciase? (...) ¿Qué motivos de queja tienes con respecto a la ciudad y a nosotras? (...) Veamos, para empezar: ¿No te trajimos al mundo nosotras, ya que por nuestra mediación se casó tu padre con tu madre y te engendró?, o, ¿es que acaso tienes algún motivo de disgusto contra las leyes sobre el matrimonio? Y con las leyes concernientes a la crianza y educación del niño que tú también disfrutaste, ¿tal vez no eran buenas las prescripciones que ordenaban a tu padre que te hiciese instruir?>>
-Sí, eran buenas, respondería yo.
-Pues bien, si naciste, fuiste criado y educado merced a nosotras, ¿puedes sostener que no eres nuestro hijo y nuestro esclavo, tú y tus antepasados? (...) ¿Tal vez eres tan sabio que se te oculta que la patria es más digna de respeto que la madre, el padre y los antepasados todos? ¿Qué responderemos a esto, Critón? ¿Que dicen verdad las leyes o no?
-Que dicen verdad.

Platón: Critón, 49.