viernes, 15 de junio de 2012

El término medio, la virtud.

Dos son las razones que nos pueden mover o opinar que hay que oponer al término medio el exceso o defecto: por una parte, se considera la cosa misma y se pregunta cuál de los dos extremos está más cerca o más lejos del término medio. Por ejemplo, ¿está más lejos del término medio el derroche o la prodigalidad? 
Así, pues, lo que está mas alejado del término medio se estimará con razón que se opone más a él. Por consiguiente, tomando pie de la cosa misma o de la realidad, parece ser más opuesto al término medio el defecto, al menos en este caso.
Hay otro punto de vista para esta valoración: aquellas cosas a que nuestra naturaleza se muestra más inclinada son más contrarias al punto medio; por ejemplo, por naturaleza somos más inclinados a la intemperancia e inhonestidad que a la modestia y al decoro. Por consiguiente, aquellas cosas a que somos más propensos toman un volumen mayor, y las cosas que más fácilmente toman un volumen mayor son más contrarias al término medio.
(...) Por esta razón ser bueno es algo trabajoso y difícil, puesto que llegar a una moderación en cada una de las cosas es realmente trabajoso. Por ejemplo, dibujar un círculo es algo fácil para todos, pero es difícil señalar en el mismo su centro. De igual manera es fácil irritarse y no menos lo es lo contrario a esto; pero, ser moderado en ello es más arduo. Por esta razón lo bueno es tan raro.

Aristóteles: Gran Moral, o.c. V, Ed Aguilar, Madrid.