viernes, 25 de enero de 2013

Hadot, 89-100.



Los textos filosóficos clásicos.


Lo que caracteriza la gran mayoría de los escritos filosóficos de la Antigüedad es que se corresponden con un juego de preguntas y de respuestas, porque la enseñanza de la filosofía se presentaba, casi siempre, según el esquema pregunta-respuesta. Se trataba siempre de responder, por parte del maestro, a una pregunta planteada por el discípulo o el interlocutor. De esta forma, la enseñanza se planteaba en gran parte en forma de diálogo. Esta cultura de la pregunta también siguió subsistiendo en la Edad Media.
Como los escritos filosóficos están siempre estrechamente ligados a la enseñanza, las preguntas y respuestas se dan en función de las necesidades de los interlocutores. El maestro que se expresa conoce a sus discípulos y lo que saben y no saben, su estado moral, los problemas que se les plantean. A veces, incluso, habla en función de cada situación particular. Estamos ante escritos en función de algo más o menos circunstancial y no ante una expresión de carácter absolutamente universal.
En la Antigüedad la filosofía es esencialmente diálogo, se trata de una relación viva entre personas.
Actualmente se ha perdido la concepción de la filosofía como forma de vida, como elección de vida y también como terapia. Se ha perdido el aspecto personal y comunitario de la filosofía. La filosofía se ha hundido cada vez más en un vía puramente formal, en la búsqueda a todo precio de la novedad en sí misma: se trata de ser lo más original posible, produciendo un discurso lo más complicado posible. La construcción más o menos hábil de un edificio conceptual se convertirá en un fin en sí mismo. De este modo, la filosofía se ha ido alejando cada vez más de la vida concreta de las personas. Este desvarío se debe, en parte, a la estrecha perspectiva de la mayoría de las actuales universidades que preparan alumnos en el estudio de un programa que les permita obtener un título de funcionario de la enseñanza. La relación personal y comunitaria desaparece para dar lugar a una enseñanza que se dirige a todos, es decir, a nadie. Habría que volver al carácter dialógico de la filosofía y por ende a la forma dialógica de la enseñanza: al estilo de las escuelas antiguas, organizadas para vivir la filosofía en común.
Las obras filosóficas de la Antigüedad no se escribieron para exponer un sistema sino para producir un efecto de formación: el filósofo quería hacer trabajar los espíritus de sus interlocutores para ponerlos en una disposición determinada. (Hadot, 89-100)





jueves, 24 de enero de 2013

Gelio, Noches áticas, VII, 1.


“El mal… tiene una razón propia: porque también él nace, en cierto modo, según la razón de la naturaleza, y, por así decir, no nace sin utilidad para el todo: pues de otra manera no existirían los bienes. Crisipo dice en el libro IV de la Providencia: … no es posible en absoluto ser más rudo que éstos, los cuales creen que hubiesen podido existir los bienes, sin que, conjuntamente, existiesen también los males. Pues siendo los bienes contrarios a los males, es necesario que ambos opuestos se mantengan sostenidos recíprocamente como por mutuo y contrario esfuerzo: pues no se da contrario (por contrario que sea) sin el otro contrario.” (Gelio, Noches áticas, VII, 1)





Diocles de Magnesia, en Diógenes, VII, 49.


“Place a los estoicos establecer primero el tratado de la representación (fantasía) y de la sensación, porque el criterio con el cual se reconoce la verdad de las cosas, pertenece al género de la representación, y porque el tratado del asentimiento, de la comprensión y del pensamiento, precediendo a los otros, no puede constituirse sin la representación. En efecto, precede primero la representación; después, el pensamiento, siendo enunciativo, expresa con el discurso lo que recibe de la representación.” (Diocles de Magnesia, en Diógenes, VII, 49)






Séneca, Epístola a Lucilio, 89,17.


“La dialéctica se divide en dos partes: palabras y significados, o sea las cosas que se dicen y los vocablos con los cuales se dicen" (Séneca, Epístola a Lucilio, 89,17).





Diógenes Laercio, VII, 41-42.


“Algunos dicen que la parte lógica se divide en dos ciencias: la retórica y la dialéctica… La retórica es la ciencia de la buena expresión en los razonamientos a modo de disertación; y la dialéctica es la ciencia de la reta discusión en los discursos por preguntas y respuestas. Por eso la definen así: ciencia de las cosas verdaderas y de las falsas y de las que no son verdaderas ni falsas; ella versa, como dice Crisipo, sobre los signos y sobre las cosas
significadas.” (Diógenes Laercio, VII, 41-42)







Diógenes VII, 107-09.


“Además, llaman obligación o tarea a aquello que, propuesto, tiene una razonable justificación, como lo que se halla conforme [a la naturaleza] en la vida, y esto se extiende también a las plantas y a los animales, pues también en ellos se puede observar su tarea. Zenón fue el primero que llamó así a lo que conviene hacer, derivando el nombre del hallarse conforme a ciertas cosas, ya que él es la acción apropiada a las constituciones conformes a la naturaleza.” (Diógenes VII, 107-09)




martes, 22 de enero de 2013

Utilitarismo individual de Bentham.

La naturaleza ha colocado al hombre bajo el gobierno de dos dueños soberanos: el dolor y el placer. Sólo ellos pueden indicar lo que debemos hacer, así como determinar lo que haremos. A su trono están ligados tanto el criterio de lo justo como de lo injusto, como cadena de causas y efectos. Nos gobiernan en todo lo que hacemos, decimos y pensamos...

El principio de utilidad reconoce esta sujeción y la asume para fundar el sistema cuyo objeto es crear felicidad mediante la razón y el derecho.

Por el principio de utilidad se entiende aquel que aprueba o desaprueba cualquier acción según la tendencia que muestre en aumentar o disminuir la felicidad de aquel cuyo interés esté en cuestión; o, en otras palabras, según promueva la felicidad o se oponga a ella. 


J. Bentham: Introducción a los principios de la moral y de la legislación, cap. I. sec. 1.ª.

lunes, 21 de enero de 2013

Dialéctica.

Arte de dialogar (Sócrates), lucha entre contrarios (Heráclito), ascensión a la verdad-bien (Platón). La aparición, evolución y culminación de la idea (espíritu, auto-desarrollo en un organismo, Hegel). Una moral dialéctica sería una moral que admite evolucionar.


https://es.hegel.net/




sábado, 19 de enero de 2013

Ley.

Ley moral: ordenación de la razón para asegurar la realización del "orden".

Ley natural: resonancia interna de las exigencias naturales común a todos los hombres.

Ley positiva: la que ha sido dada por legisladores humanos.

Ley divina: interiorización del orden divino.

En Kant "cualquier norma que exprese la necesidad de una acción".


Kant.

viernes, 18 de enero de 2013

Formulación de la falacia naturalista.

En cada uno de los sistemas de moralidad con que hasta la fecha me he tropezado, he observado que invariablemente el autor procede, durante un cierto tiempo, razonando a la usanza ordinaria (estableciendo, por ejemplo, la existencia de Dios, o haciendo observaciones relativas a los asuntos humanos); pero, de pronto, me encuentro sorprendido al comprobar que, en lugar de la cópula ES que usualmente interviene en las proposiciones, ha dejado paso al verbo DEBE. El cambio es casi imperceptible, pero reviste, sin embargo la máxima importancia. Porque, dado que dicho DEBE expresa una relación de nuevo cuño, es menester tomar nota del mismo y explicarlo.

D. Hume: Tratado de la naturaleza humana.




sábado, 5 de enero de 2013

La obediencia al Derecho y el imperativo de la disidencia.

Volviendo a la teoría del contrato, la "condición humana" sería su límite ad superius, pues ninguna decisión colectiva, por mayoritaria que fuese, podría legítimamente atentar contra ella sin atentar contra la Ética; mas la teoría tiene también un límite ad inferius y no menos irrebasable, límite que descubriríamos al preguntarnos quién se halla en ese caso autorizado para determinar cuándo una decisión colectiva atenta contra la condición humana, pregunta a la que, en mi opinión, no cabe responder sino que la "conciencia individual" y sólo la conciencia individual. Dicho de otra manera, los individuos acaparan todo el protagonismo de la Ética, puesto que sólo ellos son capaces de actuar moralmente.

J. Muguerza, "La obediencia al Derecho y el imperativo de la disidencia".



Horizontes ineludibles.

El rasgo fundamental de la vida humana que deseo evocar es el de su carácter fundamentalmente dialógico. Nos convertimos en agentes humanos plenos, capaces de comprendernos a nosotros mismos, y por ello de definir una identidad, por medio de nuestra adquisición de ricos lenguajes de expresión humana... Nadie adquiere por sí mismo los lenguajes necesarios para la autodefinición. Se nos introduce en ellos por medio de intercambios con los otros que tienen importancia para nosotros, aquellos a los que Georg Herbert Mead llamaba "los otros generalizados". La génesis de la mente humana es en este sentido no "monológica", y no constituye algo que cada cual logre por sí mismo, sino que es dialógica.

Taylor Horizontes ineludibles.



El malestar en la cultura.

[...] El super-yo cultural ha elaborado sus ideales y erigido sus normas. Entre éstas, las que se refieren a las relaciones de los seres humanos entre sí están comprendidas en el concepto de la ética. En todas las épocas se dio el mayor valor a estos sistemas éticos, como si precisamente ellos hubieran de colmar las máximas esperanzas. En efecto, la ética aborda aquel purito que es fácil reconocer como el más vulnerable de toda cultura. Por consiguiente, debe ser concebida como una tentativa terapéutica, como un ensayo destinado a lograr mediante un imperativo del super-yo lo que antes no pudo alcanzar la restante labor cultural. Ya sabemos que en este sentido el problema consiste en eliminar el mayor obstáculo con que tropieza la cultura: la tendencia constitucional de los hombres a agredirse mutuamente; de ahí el particular interés que tiene para nosotros el quizá más reciente precepto del super-yo cultural: "Amarás al prójimo como a ti mismo." 

[...] Dado que la cultura obedece a una pulsión erótica interior que la obliga a unir a los hombres en una masa íntimamente amalgamada, sólo puede alcanzar este objetivo mediante la constante y progresiva acentuación del sentimiento de culpabilidad. El proceso que comenzó en relación con el padre concluye en relación con la masa. Si la cultura es la vía ineludible que lleva de la familia a la humanidad, entonces, a consecuencia del innato conflicto de ambivalencia, a causa de la eterna querella entre la tendencia de amor y la de muerte, la cultura está ligada indisolublemente con una exaltación del sentimiento de culpabilidad.

[...] Cierta concepción ética, cuyos motivos profundos aún habremos de dilucidar, pretende ver en esta disposición al amor universal por la Humanidad y por el mundo la actitud más excelsa a que puede elevarse el ser humano. Con todo, nos apresuramos a adelantar nuestras dos principales objeciones al respecto: ante todo, un amor que no discrimina pierde a nuestros ojos buena parte de su valor, pues comete una injusticia frente al objeto; luego, no todos los seres humanos merecen ser amados.


S. Freud, El malestar en la cultura.



¿Puede frustrarse la esperanza?

Nada es más humano que traspasar lo que existe. Que los sueños en flor casi nunca maduran es archiconocido. La esperanza probada sabe eso mejor que nadie; tampoco en esto es ella ninguna garantía. Ella sabe sobre todo también, por su propia definición, por decirlo así, que no sólo donde hay peligro surge la salvación, sino también que donde hay un salvador allí crece también el peligro. Ella sabe que lo frustrante recorre el mundo como función de la nada, que también lo en-vano se halla latente en la posibilidad real objetiva, que lleva en sí, sin decidir aún, tanto la salvación como la perdición. El proceso del mundo no está decidido todavía en ninguna parte, claro que también es cierto que no está todavía frustrado en ninguna; y los seres humanos pueden ser en la tierra los guardaagujas de su vía, no decidida aún hacia la salvación, pero tampoco hacia la perdición. El mundo sigue siendo en su conjunto un laboriosísimo laboratorium possibilis salutis [...]. Pero Heráclito dice: "Quien no espera lo inesperado jamás lo encontrará".

E. Bloch ¿Puede frustrarse la esperanza?.



viernes, 4 de enero de 2013

L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética.

Mi único propósito -y creo que el de todos aquellos que han tratado alguna vez de escribir o hablar de ética o religión- es arremeter contra los límites del lenguaje. Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente desesperanzado. La ética, en la medida en que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento. Pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría.

L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética.



L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética.

Si ahora considerara lo que la ética debiera ser realmente -si existiera tal ciencia-, este resultado sería bastante obvio. Me parece evidente que nada de lo que somos capaces de pensar o de decir puede constituir el objeto (la ética). No podemos escribir un libro científico cuya materia alcance a ser intrínsecamente sublime y de nivel superior a las restantes materias. Sólo puedo describir mi sentimiento a este propósito mediante la siguiente metáfora: si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del mundo. Nuestras palabras, usadas tal como lo hacemos en la ciencia, son recipientes capaces solamente de contener y transmitir significado y sentido, significado y sentido naturales. la ética, de ser algo, es sobrenatural y nuestras palabras sólo expresan hechos, del mismo modo que una taza de té sólo podrá contener el volumen del agua  propio de una taza de té por más que se vierta un libro en ella.

L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética.



jueves, 3 de enero de 2013

Existencialismo.

"El existencialismo no es otra cosa que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente. No busca de ninguna manera hundir al hombre en la desesperación. Pero si, como lo hacen los cristianos, se llama desesperación a toda actitud de incredulidad, parte de la desesperación original. El existencialismo no es tanto un ateísmo en el sentido de llegar a agotarse en demostrar que Dios no existe. Más bien declara: aunque Dios existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de vista. No es que creamos que Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo, ni siquiera una prueba verdadera de la existencia de Dios. En este sentido el existencialismo es un optimismo, una doctrina de la acción, y sólo por mala fe, confundiendo su propia desesperación con la nuestra, es como el cristianismo puede llamarnos desesperados."

Sartre, El existencialismo es un humanismo.




miércoles, 2 de enero de 2013

El existencialismo.

Dostoievski había escrito: "Si Dios no existiera, todo estaría permitido". Éste es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y en consecuencia el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra, ante todo, excusas. Si en efecto la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar por referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, ni justificaciones ni excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré al decir que el hombre está condenado a ser libre.

J.-P. Sartre, El existencialismo es un humanismo.





Política.

"Puesto que la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud perfecta, debemos ocuparnos de la virtud, pues tal vez investigaremos mejor lo referente a la felicidad. Y parece también que el verdadero político se esfuerza en ocuparse, sobre todo, de la virtud, pues quiere hacer a los ciudadanos buenos y sumisos a las leyes."

Aristóteles.


Virtudes éticas y dianoéticas.

"También la virtud se divide de acuerdo con esta diferencia, pues decimos que unas son dianoéticas y otros éticas, y, así, la sabiduría, la inteligencia y la prudencia son dianoéticas, mientras que la liberalidad y la moderación son éticas. De este modo, cuando hablamos del carácter de un hombre, no decimos que es sabio o inteligente, sino que es manso o moderado; y también elogiamos al sabio por su modo de ser y llamamos virtuosos a los modos de ser elogiables."


Aristóteles.


martes, 1 de enero de 2013

Axioma.

La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad -no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder-, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee su propio valor.

Kant, Fundamentación para una metafísica de las costumbres, cap. I.


                                                       

El término medio extremo.

Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y también por no alcanzar en un caso, y sobrepasar, en otro, lo necesario en las pasiones y acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, de acuerdo con su entidad y con la definición que establece su esencia, virtud es un término medio, pero, con respecto a lo mejor y al bien, es un extremo.




Aristóteles, Ética a Nicómano, Libro II.

 

Buena voluntad.


Ni en el mundo, ni en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad.



Kant, Fundamentación para una metafísica de las costumbres, cap. I