domingo, 12 de mayo de 2013

Proverbio chino.

"Procura que tus palabras sean mejores que el  silencio" 



(Proverbio chino)

Dicho de otro modo;  Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz.



Criaturas tornadizas.


"Somos criaturas tan tornadizas, que acabamos por experimentar los sentimientos que fingimos" 


Henri-Benjamin Constant de Rebecque (Lausana25 de octubre de 1767 - 8 de diciembre de 1830). Filósofoescritor y político francés de origen suizo.


jueves, 9 de mayo de 2013

Dos cosas llenan de admiración y motivan mi ánimo.

"Dos cosas llenan de admiración y respeto mi ánimo, el cielo estrellado sobre nosotros y la ley moral dentro de mí", esta es la frase que sirve de epitafio en la tumba de Kant.

Por una parte su admiración por el cosmos, por el universo, por otra el respeto a su propia ley moral, la verdad inmutable que él descubrió y demostró después de un monumental esfuerzo de pensamiento y obra.

Su moral, autónoma, ética deontológica o del deber, dada por todos y cada uno de nosotros de forma individual puede llegar a convertirse en universal, válida para todos, pero ¿cómo puede entenderse ésto?, que algo individual pueda ser universal, necesariamente si esa moral ya existía en otro plano, pero, esto es importante, vinculada a todos y cada uno de nosotros.

Este afán por encontrar la existencia de lo trascendental es común a muchos grandes pensadores. E. Bloch de orientación Marxista, pensaba, al contrario que éste, que la religión no era opio del pueblo sino más bien algo necesario para la supervivencia de la personas y en muchas ocasiones su único refugio, es lo que personalmente entiendo por su "principio esperanza", otra puerta abierta a la trascendencia, aunque para Bloch la esperanza puede ser frustrada. Otros ejemplos los podemos encontrar en "Prólogo a un silencio mayor" de Santiago Kovadloff o en "Conferencia sobre Ética" de Wittgenstein.

Todo esto contrasta con la postura existencialista de Sartre que ni siquiera se esfuerza en demostrar la trascendencia, sino más bien aunque existiera nada cambiaría el hecho de que "estamos condenados a ser libres", es decir que la trascendencia, de existir, no implicaría determinismo, no afectaría a nuestra libertad, al libre albedrío.

Dos cosas llenan de admiración y motivan mi ánimo, el cielo estrellado sobre nosotros y el principio esperanza de Bloch, la búsqueda de la trascendencia, de la inmortalidad, sin renunciar a ser libre. Es nuestra obligación moral trabajar por la inmortalidad.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Kant y Dios.

     Segunda mitad del siglo XVIII; Kant defiende la dignidad humana y considera al hombre como un fin en sí mismo, época de tensión entre el ser y el deber ser, entre política y ética, entre lo real y lo trascendental. Ahora el conocimiento viene dado por la experiencia y por lo puesto a priori por el sujeto (Copérnico), y el hombre, ser autónomo, se impone a sí mismo la ley (Rousseau). Para Kant el hombre es ante todo buena voluntad, la razón práctica pura es el motor que hace que esa buena voluntad se exprese, la razón (¿qué puedo saber?) implica que somos libres, es decir, somos libres porque disponemos de la razón. ¿Qué debo saber? La razón hace que nuestra buena voluntad se exprese de este modo, que se haga esta pregunta, pues bien; debemos actuar de forma que nuestras máximas, nuestras convicciones puedan llegar a ser leyes universales y nunca debemos usar a los demás como un medio, de este modo nuestras convicciones pueden llegar a convertirse en leyes universales, "imperativos categóricos", nuestra moral autónoma, individual, puede llegar a valer para todos. Si actúo de esta manera ¿qué puedo esperar?, si hago caso a la razón, consigo la libertad y la inmortalidad del alma (Existencia de Dios).




De las tres transformaciones.

Los discursos de Zaratustra

De las tres transformaciones

Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.
¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas [37] para tentar al tentador? .
¿O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo? [38]
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios?
«Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».
«Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas - brillan en mí».
«Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos - tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear - eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.
Tomarse el derecho de nuevos valores - ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.
En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. - -
Así habló Zaratustra. Y entonces residía en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor. [39]

[37]
Reminiscencia, modificando su sentido, del Evangelio de Mateo, 4, 1. En el evangelio es el Tentador el
que sube a la montaña para inducir a Jesús a pecar.
[38]
Véase el Evangelio de Mateo, 5, 44: «Amad a vuestros enemigos.»
[39]
La expresión «La Vaca Multicolor» (die bunte Kuh) es traducción literal del nombre de la ciudad Kalmasadalmyra (en pali: Kammasuddaman), visitada por Buda en sus peregrinaciones.






Friedrich Nietzsche
Así habló Zaratustra