viernes, 14 de junio de 2013

El niño y el pulpo.

Había una vez un niño llamado Juanito que iba todos los días a una pescadería cerca de su casa con sus padres, mientras éstos compraban algo de pescado, a Juanito le gustaba tocarlo todo; las doradas, los boquerones, las sardinas, las almejas, los mejillones, las lubinas, las pescadas, etc. Un día los papás del niño le preguntaron al pescadero; "¡Niño!, ¿el choco aguanta?", a lo que éste respondió; "Pues mire, depende de dónde lo tire". Mientras esto ocurría el niño Juanito quiso tocar un pulpo fresco que había ese día, cuando lo hizo, el pulpo que tenía los ojos cerrados, los abrió de repente y se comió al niño.

Los padres gritaron horrorizados y decidieron que el culpable era el pescadero, pero nuestro pescadero que  era muy audaz dijo; "¡No os preocupéis, esto tiene arreglo!", de modo que cogió al pulpo y metió la mano dentro de la boca del bicho logrando agarrar al niño por los pelos y sacarlo de las fauces del animal. El niño estaba bien, sólo estaba llorando como un desconsolado, aparte de la pringe y de la tinta que tenía por todas partes.

El pescadero regañó al pulpo, le dijo; "Que sea la última vez que te comes a un niño, si tienes hambre me lo dices y te doy media hora para desayunar, este es el segundo que tengo que sacarte de la boca." El bicho se excusó diciendo que pensaba que era comida, pues lo había tocado, que era un acto reflejo producto de muchos siglos de evolución y que él no tenía culpa.

Los papás de Juanito se pusieron muy contentos y decidieron regañar a su niño para que no volviese a tocar ningún pescado, además le dijeron que tendrían que ducharlo pues estaba muy sucio, cuando el niño oyó esto volvió a llorar porque no quería bañarse y cuando estaba en el agua volvió a llorar porque estaba jugando y no quería salirse. Sin embargo, cuando Juanito ya estaba limpito, seco, con el pijama puesto y se hubo tomado un bibi de leche calentita, estaba tan cansado que se quedó profundamente dormido y soñó que estaba jugando a adivinar las nubes en un prado verde con árboles, pájaros, flores, ovejas, vaquitas, y que lucía un sol radiante.