domingo, 30 de diciembre de 2012

Del fanatismo, de la tolerancia y de la comunicación.

(...) cuando hablamos de fanatismo pensamos siempre, por supuesto, en el fanatismo de los otros. Nosotros nunca somos fanáticos, lo que nos ocurre, si acaso, es que estamos seguros de nuestra verdad. Mas, ¿quién, en este mundo actual de inestabilidades, puede estar seguro de nada? ¿No ocurrirá que, en mayor o menor grado, todos los que creemos en algo, en la medida en que lo creemos, somos fanáticos? Habría entonces un fanatismo duro o propiamente dicho, el de quien trata de imponer su verdad-seguridad a los demás, y un fanatismo, llamémoslo así, subjetivo, el de quien reposaría tranquilo en su verdad, dejando a los otros que se las arreglen como puedan y resuelvan por sí mismos el problema del sentido de su existencia. Posición esta penetrada de indiferencia -indiferencia, en este caso, para con el prójimo-, indiferencia de la que luego hablaremos. Mas, ¿no es un mandato el de la propaganda fide, el de expandir la luz? Sí, pero portadores de luz somos, en potencia, todos. No sé si de la discusión, como suele decirse, pero desde luego sí de la comunicación intersubjetiva, dela intercomunicación, del diálogo, es de donde sale la luz.Comunicación es mucho más que tolerancia, tema asimismo del foro del presente año. La intercomunicación parte del supuesto de que yo puedo aportar algo a los otros, ciertamente, pero también ellos a mí. Por el contrario, de la tolerancia puede decirse que es la forma blanda del fanatismo: desde mi supuesta superioridad y, colectivamente, desde el poder, se concede la tolerancia de cultos; por ejemplo, se permiten las casas de tolerancia, como antes se las llamaba, se soporta o tolera lo que los otros hacen o dicen, pero simplemente como mal menor y manteniéndolos a raya, es decir, en tanto que no pongan en peligro el orden establecido. Joan Estruch mostraba en su ponencia el parentesco semántico etimológico entre el fanático, hombre del templo (fanum) de Dios, y el entusiasta o poseído de Dios.


JOSÉ LUIS LÓPEZ ARANGUREN 18 OCT 1984, El País.




















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