Pero, antes, debemos considerar en qué consiste el buen vivir y cómo puede conseguirse: si los hombres que son llamados felices lo son por naturaleza -tal como los hay naturalmente altos o bajos o de diferentes fisonomías- o llegan a serlo por aprendizaje, siendo la felicidad una ciencia; o mejor, a través de algún tipo de ejercicio (algunas cosas, en efecto, les vienen a los seres humanos no de forma natural ni a través del estudio, sino por el ejercicio -las malas cosas, por los malos hábitos; las buenas, por los buenos hábitos).
O no es de ninguno de estos modos <como se alcanza la felicidad>, sino a través de los dos siguientes medios: o por el favor de los dioses, como si de una divina inspiración <se tratara> (así, los posesos por las ninfas o por los mismos dioses); o es cuestión de suerte. Pues muchos dicen que la felicidad y la buena fortuna son la misma cosa.
Que la felicidad llega al hombre a través de todas, o algunas, o una de estas cosas es evidente. Pues, en efecto, todos los cambios acaecen bajo el influjo de estos principios: las acciones derivadas de la reflexión pueden ser todas asimiladas a las que resultan de la ciencia.
Pero ser feliz y vivir una existencia excelente y dichosa consistiría principalmente en tres cosas, que parecen ser los bienes más deseables.
Pues algunos dicen que la prudencia es el mayor de los bienes, otros, que la virtud y otros que el placer.
Aristóteles: Ética eudemia, o.c. p. 38.
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